Nuestra Historia
En el 2021, con las persianas bajas y la ciudad hablando por las ventanas, hicimos lo más simple y a la vez lo más jodido: darle bola a un antojo de años. No encontrábamos una hamburguesa que nos hiciera parar la charla en el primer mordisco, así que nos metimos en la cocina a ver qué salía. Fueron meses de prueba y error, mezclando cortes de carne premium, moliendo en casa, midiendo todo al milímetro, la cantidad justa de grasa, la plancha al rojo vivo. Le pifiamos, corregimos, probamos de nuevo. Hasta que pasó: silencio total después de morder y una sola idea en la cabeza: "esto es".
Arrancamos como un delivery en plena pandemia. Cocinábamos con el corazón en la mano y la obsesión de un científico. Nos llovían mensajes a cualquier hora: “ chango, ¿cambiaron la mezcla de la carne?”, “¿qué le hicieron al pan?”. La respuesta era siempre la misma: laburo y detalle. Nada al azar. Salsas caseras, cocciones medidas al segundo, un control de calidad que no se ve, pero se siente en la boca.
La gente nos eligió. Lo que empezó con un par de mochilas y un mapa de reparto se convirtió en un punto de encuentro. Abrimos un local para 200 personas y ahí nos cayó la ficha: Oklahoma no es solo una hamburguesa, es una excusa para juntarse, para brindar, para soplar las velitas, para arrancar el finde con los amigos o cerrar el domingo en familia. Acá los cumpleaños se festejan con todo y los fines de semana tienen olor a plancha caliente. Esa energía es la que nos mueve.
Y cuando parecía que ya estaba todo dicho, le dimos una vuelta de tuerca más. Reformulamos el pan: una estructura impecable, una miga aireada, un tostado perfecto, un sabor que acompaña sin invadir. Y lo empezamos a servir con papas McCain: de esas que hacen ruido, que no se ablandan. El resultado es un mordisco limpio, donde cada cosa tiene su porqué y todo suma al mismo momento: disfrutar sin vueltas.
Hoy, con la tranquilidad de todo el camino recorrido y el hambre de lo que se viene, podemos decirlo sin que nos tiemble el pulso: hacemos la mejor hamburguesa de Santiago del Estero y una de las mejores del país. Pero lo que más nos importa no es la medalla, es lo que pasa en tu mesa: las miradas que se cruzan, los brindis que se repiten, las historias que nacen entre bocado y bocado. Si algo aprendimos desde el 2021, es que la calidad se labura todos los días, y se nota en los detalles que no se negocian.
Esta es nuestra historia: nacimos en pandemia, crecimos al fuego y seguimos subiendo la vara. Si todavía no probaste, te invitamos a vivir ese segundo en el que todo lo demás desaparece y solo existe el mejor mordisco del mundo. Probás... y entendés.





